La erótica del terror de Valentina Vinson pdf
Sex escape room 2: La erótica del terror (relato erótico lésbico) de Valentina Vinson pdf descargar gratis leer online
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tras lo pasado en el pérdida room, lola ya no es la misma. la necesidad de cobrar recelo para alterarse se está corrigiendo en una problema y alexia tuteará de prever que prefiera una usada ultimátum.
sex derrame room 2 es la sigue parte de una me agrupe en la que valentina vinson varía una insignificancia de alarma psicológico con copiosamente género lésbico. si te se encapricha descifrar sobre bdsm, abuso femenil y age gap, te enajenará.
da embriaguez a tus neuronas y arréglate con el epopeya ahora.
Nota de la autora
El relato erótico que tienes entre manos va directo al grano y te cuento el porqué.
En la vida real las cosas no suelen ser tan fáciles, existen mil emociones que envuelven nuestras decisiones. La duda, el remordimiento, el miedo o la preocupación son los detonantes perfectos para paralizarnos y no actuar.
¿Te resulta familiar? Nos pasa a la mayoría de los mortales.
Por eso quiero que fantasees con mis historias y que busques en ellas algo más allá de las palabras. ¿Qué hay de ti en los personajes? ¿Qué tienen ellos que te gustaría tener o hacer? Da rienda suelta a tu imaginación y recuerda que el placer no es solo físico.
Mis relatos son para disfrutarlos como un chupito, breves e intensos. Lo mejor viene después. El poso que dejan en ti y que te empuja a experimentar o por lo menos fantasear sin límites.
Disfruta, saborea y haz tus deseos realidad.
Valentina Vinson
1
La vía del tren
La vibración de los raíles me provocó un temblor por todo el cuerpo. No había ni una triste farola que alumbrara aquella zona a las afueras de la ciudad, pero sí podía ver a lo lejos las luces del tren y como se acercaba a mí.
El balasto se clavaba en mi cuerpo sin piedad. Estaba sola, no había nadie a kilómetros de allí. Rodeada por el espeso bosque solo podía escuchar a los grillos y mi respiración entre cortada. El corazón me latía deprisa palpitando por todo mi ser. Eso era lo que quería: sentirme viva, en peligro, al límite. Gracias al sabor de aquella sensación hundí más profundo mis dos dedos, me agité y retorcí. El tren y mi orgasmo cada vez estaban más cerca.
El placer se expandió por mi cuerpo, saqué el placer y la rabia a gritos sin miedo a que nadie me escuchara. De un salto me puse en pie y me puse a un lado de las vías, a los pocos segundos pasaba por el mismo lugar en el que había estado un tren de mercancías haciendo un ruido ensordecedor.
«Quizá me la he jugado demasiado» pensé sonriendo, satisfecha por el orgasmo que acababa de experimentar.
Después de aquella maldita sala de escape con Alexia unos meses atrás, ya nada me daba el mismo placer. Solo el miedo podía provocarme los mejores orgasmos y cada vez se hacía más difícil lograr esa sensación intensa.
Por ese motivo lo dejamos, mi novio ya no quiso saber más de mí, me llamó loca cuando le propuse experimentar con el dolor y el peligro. En el fondo no me importó, hacía tiempo que estábamos desconectados. De hecho, yo lo estaba de todo en mi vida y no lo necesitaba para encontrar esas sensaciones.
Ahora ya no tenía que dar explicaciones a nadie.
2
Tina
Las últimas dos semanas había estado hablando con Tina por Whatsapp. Nos conocimos en un grupo virtual de aficionados a la literatura de terror y conectamos muy bien. Ambas éramos amantes de los libros de King, las películas de Hitchcock y Lovecraft. Era mi alma gemela terrorífica.
Me propuso ir juntas a Horrorland, el parque de atracciones con pasajes del terror y salas de escape de miedo. Me pareció una gran idea. No era el tipo de miedo y peligro que yo estaba buscando en las últimas semanas, pero quizá me serviría. Quería probarlo y de paso experimentar con una mujer veinte años mayor que yo, nunca había estado con una chica de esa edad y la verdad, despertó en mí un morbo increíble.
Veía en su foto de perfil a una mujer de tez morena, con un maquillaje de ojos oscuro y una estética gótica muy sexy. Un corpiño negro que apretaba sus tetas empujándolas a sobresalir por encima, el pelo teñido de rojo fuego como sus labios, un tatuaje que asomaba por encima de su escote y algún que otro pendiente decorándole la cara.
La imaginaba controlando la situación como una femdom, metiéndonos mano entre los pasillos de aquellas salas y cuánto más reproducía en mi mente posibles escenarios más me apetecía quedar con ella.
No me veía en el rol de sumisa acatando sus órdenes, pero sí dejándome llevar a la espera de experimentar emociones y placeres nuevos.
Todavía no se lo había contado a Alexia, últimamente estaba algo pesada con mi actitud y todo le parecía mal. No era la misma o yo nunca la había visto así. A veces quedábamos y se me hacía cuesta arriba escuchar su conversación absurda dándome sermones sobre lo peligroso que era todo lo que hacía.
No respondí a sus preguntas sobre si me había vuelto loca o quería que me mataran, no merecía la pena hacer aquel esfuerzo. Ella había salido de aquella sala de escape como si no hubiera ocurrido nada entre nosotras. No lo volvió a mencionar y si yo hacía el amago me cortaba la conversación y hablaba de otra cosa.
No lo entendía, no había ocurrido nada malo allí. En el fondo todo había sido un malentendido y gracias a ello yo había superado mi miedo al miedo, ya no era la asustadiza Lola que entró allí suplicando irse a los pocos minutos.
En fin, parecía que nunca nos íbamos a volver a entender o divertir juntas. Eso no me pasaba con Tina.
Contaba los días para verla.
3
El ataúd
Me costó casi un mes convencer a Alexia para que me acompañara a la nueva sala de escape que habían inaugurado Eyra, nuestra querida Game Master.
Era un juego distinto a lo que se ofertaba hasta el momento. Consistía en encerrarte en un ataúd simulando tu muerte y permanecer allí hasta que hallaras la forma de escapar. Me encantaba lo claustrofóbico y agobiante que parecía, pero a la vez ese era el motivo por el que Alexia se echaba atrás.
Tras mucho insistir e insinuar que no tenía narices (conozco uno de los puntos débiles de mi amiga y su gran orgullo), la convencí y aceptó a regañadientes. De hecho, la experiencia estaba pensada para vivirla con dos jugadores y no conocía a nadie más capaz de seguirme en una locura así, de lo contrario hubiera ido sola sin tener que suplicar a Alexia. Lástima que Tina viviera tan lejos, sino lo habríamos disfrutado juntas.
Elegimos un día entre semana después de las clases para encontrarnos e ir al sitio. Fue fácil de localizar y nada más poner un pie allí dentro se respiraba un aire a muerte que estremecía. Vi como se le ponía el vello de punta a Alexia, estaba haciendo un gran esfuerzo por estar allí conmigo, y en el fondo se lo agradecí, aunque no le dije nada.

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