Llévame de vuelta de AKASH HOSSAIN pdf
Llévame de vuelta: romance contemporaneo de AKASH HOSSAIN pdf descargar gratis leer online
Kat
Mierda. Voy a llegar tarde.
Miro el reloj de mi teléfono por decimoséptima vez mientras el servicio de coches se dirige al aeropuerto de Houston. Si pierdo este vuelo, Dane nunca me perdonará. Dos años de matrimonio, y lo sé de sobra.
«United Airlines, ¿verdad?», pregunta el conductor.
«Sí, por favor. Mi vuelo sale en menos de una hora».
Mira por el espejo retrovisor y pone los ojos en blanco. «Espero que no tengas que facturar maletas. Puede que no te dejen».
«No necesito facturar maletas. Sólo… date prisa».
Sacude la cabeza y murmura algo para sí mismo antes de tomar el carril que lleva a la terminal de United. Ya me imagino a mi marido madrugador esperando en la puerta de embarque, mirando el reloj cada tres minutos y preguntándose si voy a obligarle a hacer nuestro viaje de aniversario sola.
Debería haberme saltado la depilación brasileña. No sé por qué pensé que cuarenta y cinco minutos de alguien arrancando el pelo de mis partes femeninas podría ayudar a salvar el abismo entre nosotros.
Ahora parezco un pollo desplumado y mi marido podría estrangularme. Mi vuelo desde Dallas aterrizó a las siete de la mañana, y
Me apresuré a llegar a casa para encontrar que Dane ya se había ido a la oficina. No es una buena señal para mí. Tras una loca carrera hasta el dormitorio, he tirado mi equipaje de mano de trajes y blusas sobre la cama y he cogido un puñado de bikinis (rezo para que todavía me queden bien y hagan juego), algunos vestidos de esas exóticas escapadas de fin de semana que parecen formar parte de una vida diferente, y una selección aleatoria de otros pantalones cortos, camisetas, tapados y sandalias. Mi neceser nunca se mueve de su compartimento con cremallera, pero ¿cuándo lo hace? Con mi
con mi maleta cargada, llegué al spa a las nueve, a tiempo para transformar mi melena rubia de un aspecto cansado por el trabajo en un aspecto listo para las vacaciones.
Así es como vivo ahora. Corriendo de aquí para allá, sin apenas parar para respirar. Si no me doy tiempo libre para pensar, no me rompo.
Debo. Estar. Ocupado.
Ahora pego una sonrisa en mi cara y finjo estar emocionada por tomar unas vacaciones que se solapan con el segundo día más devastador de mi vida.
No puedo creer que te hayas ido durante un año.
La pena aflora, y como he practicado desde que me arrastré fuera de la cama una semana después del funeral, la empujo hacia abajo y me trago las ganas de llorar.
Por eso no me tomo vacaciones. Por eso trabajo hasta los huesos, pasando más tiempo en aeropuertos, hoteles y salas de conferencias, resolviendo los problemas de mis clientes para no tener tiempo de preocuparme por los míos.
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