La bestia faldera de Édgar Ávila Pérez
En la novela circundan ángeles caídos que lo mismo montan una Harley Davison que hacen fila para entrar a un mísero cuartucho y así fingir que están en el rojo Amsterdam.
El libro huele a jabón pequeño, a loción barata y a longaniza y queso de montaña.
Deja una respuesta